El suicidio viral que pone en evidencia la falta de ética de las redes sociales

El suceso de esta entrada no abarca tanto los medios de comunicación, como las redes sociales. Se trata del caso acontecido el jueves 23 de noviembre en Madrid, específicamente en la Calle Gran Vía. Ese día era el elegido por la capital para el alumbrado de las luces de navidad de la temporada 2023, sin embargo, no es de lo que va a hablar el artículo. A los pocos minutos del encendido, una joven cuya edad no se ha especificado se precipitó al vacío desde el hotel Ikonic en la esquina de San Bernardo para acabar con su vida. Antes del suicido la joven compartió vía historias de Instagram una fotografía junto a un último mensaje “Finally I´m free” y un enlace a un video de YouTube cuyo contenido hablaba sobre formas de ocultar la depresión.

La imagen comenzó a difundirse por las redes sociales, en concreto Twitter, con el nombre de la recién fallecida incluido (en la imagen de la derecha aparece recortado), a raíz de su publicación por parte de un usuario, del que no vamos a poner el nombre, de la aplicación. La noticia aún no había trascendido a los telediarios, por lo que, muchos de los usuarios que vieron la fotografía no apostaron por su veracidad. Así se inició una oleada de mensajes que aportaban diferentes datos de la mujer para ratificarlo.

Si bien el Instagram de la fallecida era público, sus allegados tuvieron que restringir los comentarios en sus publicaciones debido a la cantidad de gente que estaba entrando y dejando mensajes, así como las publicaciones en las que se le hacía mención en otros perfiles. Sin embargo, la gente ha continuado mencionándola en redes y publicando fotos de ella que han encontrado en la web, sin respetar el intento de acabar con la situación que ha demostrado su familia con las restricciones realizadas.

Mientras que a la hora de dar la noticia los telediarios se han cuidado de dar datos de la fallecida, así como de la manera de acabar con su vida, las redes y otros medios digitales no han tomado tantas precauciones. El Español  en su diario digital (https://www.elespanol.com/madrid/sociedad/20231125/joven-suicida-plena-gran-via-tirandose-sexto-piso-dia-encendido-luces/812418854_0.html) ha compartido esa historia de Instagram con el nombre de usuario.. Cabe destacar en especial, la actuación del diario digital “El cierre digital” ( Repunte suicidios jóvenes: Casos desaparecidos y turista Madrid | El Cierre Digital). Para comenzar, el periódico, no solo cuenta la noticia de una manera muy sensacionalista; además inventa detalles no corroborados como el estado de embriaguez en el que se hallaba la joven antes de saltar, o incluso que había sufrido de abusos esa misma noche en el hotel. Para ello, se ampara en el testimonio de una supuesta testigo, colaboradora del periódico, Elsa Martínez, quien asegura que fue junto a otras cien personas espectadoras de la caída de la joven. Ningún otro medio ha hecho hincapié en esa supuesta multitud que vio todo, es más, muchos han hablado sobre cómo el suceso pasó bastante desapercibido hasta que se hizo eco en las redes sociales, donde tuvo más repercusión en masa que en la vida real.

Aún en el caso de ser cierto, la testigo que protagoniza la declaración, hace muchos comentarios sobre el estado en el que se encontraba la joven que, desde mi punto de vista, no son necesarios de compartir por respeto a su familia y a la propia fallecida. Algunos ejemplos “La chica llevaba una botella de vino de un litro en la mano e iba semidesnuda envuelta en una manta de hotel” o “aunque no está claro que quisiera suicidarse porque su estado era de extrema embriaguez y tropezó antes de caer”. Esto último es claramente mentira, pues la publicación que subió al Instagram minutos antes de la caída demuestra lo contario. La cosa no acaba ahí, sin embargo. El artículo también afirma que la joven padeció trastornos y estados depresivos antes de su muerte y declara que “podría haber sido víctima de algún tipo de agresión o encontrarse bajo los efectos de las drogas de manera involuntaria”. El texto finaliza haciendo referencia a ese silencio por parte de los medios de comunicación y cómo han desechado la experiencia vivida por los testigos que vieron todo, ignorando su presencia. A parte de los que sí presenciaron lo ocurrido, nadie puede asegurar con certeza cuál de los dos lados está en lo cierto, pero la inventiva de “El cierre digital” deja mucho que desear respecto a su credibilidad.

Si bien ahora abordaremos la parte de las redes, los telediarios han afrontado bien la situación, pues han hablado lo necesario de este suicidio sin excederse o rozar el morbo. Han tenido cuidado de no compartir datos ni dar razones concretas y singularizadas a la acción emprendida por la joven cuidándose de personas que pudieran verlo en un estado de salud mental frágil o de riesgo. Ahora bien, las redes sociales han amparado esta causa apropiándosela y excusándose en esa “alta de presencia en los medios”, como una afrenta para la salud mental. Muchos tweets han compartido imágenes de la fallecida y mensajes de apoyo como si se tratara de una “miembro” de un club de la salud mental o los representara de alguna manera, cuando en realidad solo han violado su derecho a la intimidad y al honor ras la muerte.

Realizado por Lidia Alonso, Lucia Bastos, Carmen Bengoechea

2 comentarios en «El suicidio viral que pone en evidencia la falta de ética de las redes sociales»

  1. El trágico incidente en la Calle Gran Vía de Madrid revela la creciente intersección entre la vida real y las redes sociales, donde la difusión instantánea de eventos sensibles plantea desafíos éticos significativos. La joven, al compartir su angustia en Instagram antes de tomar una decisión irreversible, expone la complejidad de lidiar con la salud mental en un entorno digital.
    El papel de las redes sociales en la rápida propagación de la noticia antes de su cobertura en los telediarios destaca la necesidad urgente de una mayor responsabilidad en la difusión de contenido sensible. La audiencia, en su afán por ser la primera en compartir información, a menudo se convierte en un filtro no regulado de la verdad, generando confusión y desinformación.
    La falta de respeto mostrada por algunos usuarios al continuar compartiendo imágenes y detalles sobre la joven fallecida, a pesar de los intentos de la familia de preservar su privacidad, destaca la urgencia de establecer límites éticos en el mundo digital. La privacidad y el respeto a la dignidad de las personas deben prevalecer, incluso en el espacio aparentemente ilimitado de las redes sociales.
    La disparidad en la cobertura entre los telediarios y ciertos medios digitales subraya la importancia de una ética periodística sólida. Mientras algunos medios digitales optaron por un enfoque sensacionalista, los telediarios demostraron un cuidado consciente al abordar la situación de manera respetuosa y prudente. Esto destaca la necesidad de un mayor escrutinio y regulación en el ámbito de los medios digitales para garantizar la integridad y la responsabilidad en la cobertura de eventos trágicos.
    En última instancia, el suceso en la Calle Gran Vía no solo es una tragedia individual, sino también un recordatorio urgente de la responsabilidad compartida que todos tenemos al interactuar con información sensible en el espacio digital en constante evolución.

    Firmado, Álvaro Gutiérrez Chapado, Inés Gutiérrez González y Alejandro Revilla Benito.

  2. El suceso del 23 de noviembre en Madrid, donde una chica se suicidó arrojándose desde un alojamiento en Gran Vía, ha evidenciado una carencia de principios éticos al compartir desgracias en las redes sociales. La difusión inmediata de la noticia y de la imagen de la muchacha en plataformas como Twitter e Instagram, muestra una faceta sombría del intercambio en internet.

    Previamente a su fatal decisión, la muchacha publicó una foto y un texto en Instagram, con un enlace adjunto a un video de YouTube acerca de ocultar la depresión. El material fue rápidamente compartido en Twitter, incluyendo su nombre. Mientras que los noticieros procedieron con cuidado al reportar el evento, las redes sociales mostraron menos tacto.

    Internautas en Twitter difundieron la foto y datos personales de la chica, provocando conjeturas y comentarios desconsiderados, sin validar la veracidad. Pese al carácter privado de su perfil de Instagram, sus conocidos se vieron obligados a limitar los comentarios ante la incursión de mensajes groseros.

    La moral periodística en la web se deterioró aún más cuando ciertas plataformas de noticias digitales, como «El Español» y «El Cierre Digital,» decidieron exponer detalles inapropiados y sin confirmar sobre el acontecimiento. Crearon hipótesis infundadas, por ejemplo, sobre el estado de embriaguez de la dama y supuestos maltratos, fundamentadas en el relato de una sola persona.

    Este incidente resalta la necesidad de enfocar la ética al reportar desgracias en redes sociales. A pesar de que los informativos mostraron prudencia al tratar la noticia, la esfera digital no titubeó en esparcir detalles sin confirmar y en vulnerar la intimidad de la difunta y sus parientes.

    Es de vital importancia que los principios morales en la comunicación de sucesos trágicos se conviertan en un asunto primordial en las redes. Concienciar sobre las consecuencias de difundir información delicada y la importancia de validar los datos antes de su divulgación son pasos fundamentales para un intercambio digital más honorable y considerado. La desgracia no tiene que transformarse en un espectáculo y es imprescindible salvaguardar la privacidad y el respeto a los seres queridos, inclusive en el ámbito virtual.

    FDO: Rafael Barrios, Pedro Dureux, Alejandro García

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