El humor ¿debe tener límites?

Recientemente, el político Alfonso Guerra se quejó en El Hormiguero de que ya no se pudiesen hacer chistes sobre homosexuales o enanos lamentándose de que el humor se hubiese vuelto políticamente correcto ¿Tú qué opinas?, ¿Hay que poner límites al humor?, ¿Dónde estarían esos límites?

11 comentarios en «El humor ¿debe tener límites?»

  1. El humor, como todo en la vida, ha ido actualizándose y reinventándose. Nombres como Juan Dávila, David Puerto o Gálder Varas, quienes actualmente llenan teatros cada semana, tienen tickets agotados en horas y funciones llenas de aquí a dentro de un año son los reyes de la comedia y su estilo se basa principalmente en interactuar con el público y hacer humor a partir de sus físicos o de anécdotas de sus vidas.

    Si este formato tiene tanto éxito, y los números lo demuestran, cuando gente de todos lados hace miles de kilómetros por ver a esta gente y compra sus entradas con un año de antelación, no veo por qué se debe tener unos límites.

    La gente, cuando consume humor, lo que quiere principalmente es aislarse de su vida durante un periodo de tiempo y reírse de ella. Y este formato, cuanto menos morboso, permite sacar esa personalidad curiosa que todos tenemos cuando nos pica el gusanillo de conocer secretos de otros, y que menos que explotar el humor con ello.

    El problema de esto es que el humor clásico se ha ido oxidando, y los cómicos de antaño han tenido que amoldarse a los nuevos tiempos de darle al público parte del protagonismo que anteriormente ellos ocupaban por completo.

    Probablemente, este formato de interacción tenga también fecha de caducidad, pero no veo porque debe limitarse, cuando es el propio público el que muestra su interés llenando salas día tras día.

  2. A nuestro parecer, y de acuerdo con la teoría desarrollada por José María Percevall profesor de Ciencias Sociales y Comunicación, el humor no tendría limites puesto que es un instrumento en sí mismo.

    Siguiendo con esta idea publicada en su libro El humor y sus límites” (2015), son las personas las que pueden utilizar el humor como un “arma” para hacer daño. Por tanto, los limites deberían ser algo intrínseco al ser humano. En este sentido podemos dividir los límites del humor con respecto al ser humano en cuatro grupos. La ley sería el primer factor que podría limitar el uso del humor por parte del ser humano. La moral del ser humano también es un criterio a través del cual medir los efectos del humor. Por último, encontramos los límites de los grupos sociales y las personas individuales con respecto a qué nos hace gracia y con qué situaciones quiero crear humor.

    El viñetista Fontdevila, cree que todo lo pasional puede llegar a convertirse en un tabú. “Los nacionalismos, el fútbol… La religión es el gran tabú porque se basa en creer sin cuestionar. Y cuestionar es justo lo que hace el humor”.

    De acuerdo con esto, el Instituto Quevedo señala la polarización de la sociedad y el miedo de los medios de comunicación de regresar a épocas donde la censura era el mecanismo predominante.

    En conclusión, consideramos que no se pueden establecer límites al humor de carácter universal. Por su parte, lo correcto, y necesario a día de hoy, es educar la moral humana para identificar el mal uso del humor cuando vulnera los derechos humanos de colectivos minoritarios o va contra de la ética humana.
    FCO. JAVIER ÁLVAREZ, CAMINO ARANZANA Y MARIO AZCONA 

  3. El tema de los límites en el humor es complejo. Es indudable que el humor puede ser una herramienta poderosa para la crítica, la reflexión y la cohesión social. Sin embargo, el contexto y el contenido de los chistes pueden afectar y ofender a determinados grupos de personas.

    Es esencial considerar que la libertad de expresión y el respeto a la dignidad humana son principios fundamentales. Si bien el humor puede abordar temas controvertidos, la intención de generar risas no siempre justifica el daño causado a individuos o colectivos.

    Los límites para el humor podrían residir en evitar la promoción del odio, la discriminación o la propagación de estereotipos perjudiciales. Esto implica realizar una reflexión crítica sobre el impacto de los chistes y ser consciente de que ciertas bromas pueden reforzar prejuicios o fomentar la exclusión.

    En definitiva, el humor puede y debe abordar temas sensibles, pero es esencial hacerlo con empatía, sensibilidad y conciencia de las posibles consecuencias. Los cómicos y creadores de contenido tienen la responsabilidad de considerar el impacto de sus palabras y chistes, buscando el equilibrio entre la libertad creativa y el respeto a la diversidad y dignidad humanas.

  4. La cuestión de poner límites al humor es compleja y subjetiva. La sociedad ha evolucionado hacia una mayor conciencia y sensibilidad respecto a ciertos temas, como la orientación sexual, la discapacidad, entre otros. Mientras que el humor puede ser una forma valiosa de expresión, es importante considerar el impacto que puede tener en diferentes grupos de personas.

    Establecer límites al humor no significa coartar la libertad de expresión, sino ser conscientes de que ciertos chistes pueden perpetuar estereotipos, fomentar la discriminación o herir a determinadas comunidades. En última instancia, la clave radica en buscar un equilibrio entre el respeto hacia los demás y la libertad creativa, promoviendo un humor que no cause daño ni contribuya a la marginalización de grupos vulnerables.

    Alejandro Alonso, Rodrigo Carravilla, Nicolás Delibes

  5. La cuestión de poner límites al humor es compleja y subjetiva. La sociedad ha evolucionado hacia una mayor conciencia y sensibilidad respecto a ciertos temas, como la orientación sexual, la discapacidad, entre otros. Mientras que el humor puede ser una forma valiosa de expresión, es importante considerar el impacto que puede tener en diferentes grupos de personas.

    Establecer límites al humor no significa coartar la libertad de expresión, sino ser conscientes de que ciertos chistes pueden perpetuar estereotipos, fomentar la discriminación o herir a determinadas comunidades. En última instancia, la clave radica en buscar un equilibrio entre el respeto hacia los demás y la libertad creativa, promoviendo un humor que no cause daño ni contribuya a la marginalización de grupos vulnerables.

    Alejandro Alonso, Rodrigo Carravilla, Nicolás Delibes

  6. Dado que con el humor siempre habrá un individuo o colectivo que pueda sentirse identificado y ofendido, no se debería establecer límite alguno para él. Debe ser la sociedad la que, libremente también, decida consumir en base a sus gustos un tipo de humor u otro, pero no se debe coartar la libertad del humorista bajo ningún concepto.

    Nicolás Alonso, Carlos Cascallana y Carlos Castro

  7. No deberían establecerse límites al humor porque pueda sentirse ofendido un individuo o colectivo. El humorista debe poder actuar con total libertad y debe ser la sociedad la que decida, también con total libertad, si consumir o no determinados tipos de humor. Imponer un límite no es razonable puesto que se caería en una incoherencia, dado que, para aquel humor sobre el que no se censurara, podría haber ofendidos.

  8. Miguel Casariego, Alba Calle, Andrés Barreira

    El humor es un aspecto fundamental de la condición humana, una herramienta poderosa que utilizamos para conectar socialmente, aliviar tensiones y explorar aspectos de la vida de una manera más ligera. Sin embargo, la cuestión de los límites del humor es compleja y a menudo polémica. A pesar de ello, en mi opinión, sostengo firmemente la idea de que los límites del humor deberían ser muy amplios, con pocos obstáculos para la libre expresión.
    El humor, en su esencia, es subjetivo. Lo que puede ser gracioso para alguien puede ser ofensivo para otro. Este es un terreno resbaladizo, pero precisamente en esta diversidad de percepciones y en la capacidad de generar debate es donde radica su riqueza. El humor no es estático ni universal; evoluciona, cambia con el tiempo y refleja las complejidades de la sociedad.
    Es crucial reconocer que el humor no está exento de responsabilidad. Esto implica comprender que, si bien la libertad de expresión es esencial, también debemos ser conscientes del impacto que nuestras palabras pueden tener. Sin embargo, la existencia de límites estrictos podría coartar la creatividad y limitar la capacidad del humor para desafiar, cuestionar y estimular el pensamiento.
    La clave está en discernir entre la intención genuina de divertir y la intención de dañar o menospreciar. El contexto, la audiencia y la intención del comediante juegan un papel fundamental en la forma en que se percibe el humor. El humor ha demostrado ser una herramienta valiosa para abordar temas delicados y controversiales. A menudo, los comediantes utilizan la sátira y la ironía para señalar problemas sociales o políticos, permitiendo que la audiencia reflexione desde una perspectiva diferente.
    En definitiva, la discusión sobre los límites del humor es un ejercicio en equilibrio. Buscar un equilibrio entre la libertad de expresión y el respeto a los demás es crucial. No obstante, limitar en exceso el humor puede frenar la creatividad, la capacidad de discusión y la exploración de ideas. El desafío está en encontrar esa línea entre la libertad de expresión y la sensibilidad hacia los demás, fomentando un ambiente donde el humor pueda florecer sin perpetuar daño o discriminación.

  9. La libertad de expresión, un pilar fundamental de la democracia, se extiende al ámbito del humor, y sostener la idea de que este no debe tener límites es abogar por la preservación de la diversidad de perspectivas y la creatividad irrestricta.
    En relación con la pregunta sobre si el humor debe tener límites, es importante reconocer que la comedia, al igual que cualquier forma de expresión artística, puede abordar temas sensibles y desafiar convenciones sociales. Limitar el humor mediante restricciones arbitrarias podría resultar en una forma de censura que va en contra del principio de libertad de expresión.
    La reciente queja del político Alfonso Guerra sobre la supuesta falta de chistes permitidos destaca la importancia de defender la capacidad de los comediantes para abordar cualquier tema, incluso aquellos considerados tabú. La censura en el humor podría conducir a una pérdida de la capacidad de la sociedad para confrontar y reflexionar sobre sus propias creencias y prejuicios.
    Si bien es crucial tener en cuenta la sensibilidad y evitar la ofensa gratuita, establecer límites estrictos al humor podría dar lugar a una cultura de autocensura y coartar la habilidad de los comediantes para explorar temas complejos. Más bien, se debería fomentar un diálogo abierto sobre la responsabilidad en el humor y cultivar una audiencia madura capaz de apreciar la diversidad de enfoques cómicos. En última instancia, la sociedad se beneficia cuando se permite la expresión humorística sin restricciones excesivas.

    Firmado, Álvaro Gutiérrez Chapado, Inés Gutiérrez González y Alejandro Revilla Benito.

  10. Actualmente la comedia está decayendo completamente, gran parte de esa decadencia se debe a la fina vara de medir que la sociedad actual está adquiriendo y la constante crítica a usar siempre lo “políticamente correcto”. Se tiende a llamar «generación de cristal» a las personas nacidas después del 2000, estos jóvenes suelen mostrar abiertamente su rechazo y disconformidad con todo aquello de lo que se sienten ofendidos. Sin embargo, esta generación no entiende de edades, personas de todos los grupos de edad podrían encasillarse dentro de esta definición que en muchas ocasiones se utiliza para menospreciar a aquellos que alzan la voz ante las ofensas.

    Es cierto que el humor negro no gusta a mucha gente, pero hay otro gran público que sí se siente cómodo con este tipo de chistes y comedias. Se han dado casos de espectáculos cómicos en los que los monologuistas han tenido que llamar la atención a alguien porque se ha sentido ofendido por algunos comentarios, mientras que el resto del público encontraba humorístico y divertido él hecho en cuestión. También se han dado casos donde los cómicos han escogido a alguien del público, han hecho comedia con algo relacionado a esa persona y otro individuo se ha sentido ofendido por lo que el comediante estaba parodiando, sin embargo, la persona a la que iban referidos los chistes se encontraba totalmente cómoda e incluso riéndose.

    Monologuistas y cómicos como Leo Harlem, Galder Varas o Franco Escamilla siguen apostando por un humor en el que se puedan usar profesiones, tallas, colectivos, etc. como una forma más de reírse y hacer comedia, y sigue funcionando hoy en día, aunque haya personas que no les guste.

    Es importante remarcar que hay que saber dónde está el límite y cuando hay que parar, pero ¿dónde acaba y dónde empieza la libertad de expresión en el humor?

  11. El humor al igual que la sociedad como tal ha ido evolucionando, es decir, chistes o comentarios que hacían gracia hace varios años, ahora o te miran mal o simplemente te ignoran. Hacer chistes sobre las mujeres, sobre el racismo o sobre personas con discapacidad difiere mucho de una sociedad evolucionada y con recursos como la que tenemos hoy en día.
    No debe existir censura como tal, pero las personas deberíamos saber lo que es considerado lícito y lo que no lo es. Establecer esta especie de límites no importa coartar la libertad de las personas, sino más bien fomentar una comedia consciente y reflexiva que evite la ofensa de una manera gratuita.
    La responsabilidad recae en los comediantes y los creadores de este tipo de contenido que deben reflexionar sobre los posibles impactos que pueden tener sus bromas en el mundo que vivimos actualmente.

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