Desaparición y asesinato de Maya Villalobo, un caso de mala praxis

Los familiares de la joven española emitieron un comunicado pidiendo “respeto” a los medios de comunicación tras las primeras noticias publicadas a raíz de su desaparición

FCO. JAVIER ÁLVAREZ, CAMINO ARANZANA Y MARIO AZCONA

El pasado miércoles 11 de octubre, el Ministerio de Asuntos Exteriores confirmaba la muerte de Maya Villalobo Sinvany, la joven hispano-israelí desaparecida tras el ataque terrorista de Hamas a Israel mientras se encontraba realizando el servicio militar. Cuatro días han sido suficientes para descubrir la peor de las noticias. Desde su desaparición el sábado, los medios de comunicación de nuestro país han realizado una cobertura informativa que ha suscitado cierta polémica dentro y fuera de la profesión. De hecho, los padres de la joven tuvieron que emitir un comunicado pidiendo a los medios de comunicación “respeto ante la situación”, “cautela” y consideración por la privacidad de la familia.

El domingo, el padre de Maya contactaba a través de Twitter con la embajada española en Israel. Desde entonces, la información corrió como la pólvora. Fue el lunes cuando la noticia saltó a los medios de comunicación. El primero en dar la noticia, El Confidencial, titulaba así: “Un vasco residente en un kibutz y una joven de 19 años son los españoles desaparecidos en Israel”. A partir de ahí, los principales periódicos, radios y cadenas de televisión se hacían eco de la desaparición de Maya.

La intimidad de la víctima y sus familiares

En las primeras noticias publicadas se observan errores profesionales. Por ejemplo, la intimidad de la víctima y sus familiares se ha visto vulnerada. Numerosos datos y detalles de su vida privada que se han revelado no aportan ningún valor para entender el caso, sino que buscan la espectacularidad y cierta “mitificación” de la desaparecida: “Maya pasa los veranos y otras temporadas del año en Sevilla. Como muchas otras jóvenes, Maya Villalobo usa las redes sociales para guardar imágenes sobre moda y compartir fragmentos de su vida, como Pinterest donde publica fotografías con sus amigos, de fiesta o con su uniforme militar”, relata Diario de Sevilla. Por otro lado, acompañan a las piezas fotografías y vídeos privados de las redes sociales de Maya Villalobo.

Las primeras informaciones:
Un vasco residente en un kibutz y una joven de 19 años son los españoles desaparecidos en Israel. El Confidencial

Un vasco residente en un kibutz y una hispano-israelí de 19 años que hacía el servicio militar, entre los desaparecidos en Israel. El País

Un vasco y una sevillana, los desaparecidos tras el ataque de Hamas a Israel: «Creo que lo han cogido junto a su mujer. El Mundo

Una joven sevillana de 19 años y un vasco de 46 que vive en un kibutz, los dos españoles desaparecidos tras el ataque de Hamás a Israel. ABC

Maya Villalobo, la joven hispano-israelí hija de investigadores que realizaba el servicio militar en Nahal Oz. Diario de Sevilla

En la misma línea, en vez de ofrecer únicamente los hechos comprobados u información de fuentes oficiales, se especula con su posible secuestro por parte de Hamas: “todo apunta a un secuestro por parte de los milicianos que entraron”, escribe El Paísen repetidas ocasiones durante el texto. “Según las fuentes consultadas, se sospecha que esta joven es una de las secuestradas por las milicias de Hamás”, se puede leer enEl Confidencial. Otro ejemplo es el de la cadena de televisión Telecinco: “A medida que avanza el tiempo, aumenta el temor de que pudiera haber caído en manos del grupo islamista”.

Así también, muchos medios de comunicación cometen el mismo error profesional a la hora de incluir declaraciones que carecen de valor informativo. En numerosas piezas se observan frases de los familiares y amigos que únicamente buscan causar emociones en el lector, no informar. “Las amigas de Maya Villalobo, desaparecida en Israel, comparten fotos de sus tatuajes: «Ayudadnos a encontrarla», rotula Telecinco. De hecho, algunos medios explican cómo han tratado de ponerse en contacto con el círculo más cercano de Maya sin éxito.

Por último, algunas cadenas de televisión han publicado imágenes violentas de la emboscada a la base militar en la que se encontraba la joven, con muchos detalles, que complementan a la información de forma sensacionalista, como por ejemplo lo hace La Sexta. De una forma similar, Antena3 emite una pieza con imágenes duras a la hora de informar del fallecimiento.  

“Les pedimos respeto”

Durante los cuatro días de cobertura informativa, han sido numerosos los fallos en el ejercicio periodístico. Por ello, el miércoles, los familiares de Maya Villalobo emitían un comunicado a través de la Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE), en el cuál, enviaban un mensaje explícito a los medios de comunicación:

“Agradecemos el interés mostrado por los medios de comunicación y a la vez, les pedimos que tengan especial cautela dada la gravedad de la situación. Confiando en la profesionalidad y ética de los medios de comunicación, les pedimos respeto ante la situación que estamos viviendo. Pedimos que los medios que están personándose en nuestros domicilios dejen de hacerlo, y pedimos que cese la reiteración de llamadas telefónicas, ya que, por el momento, no tenemos nada que decir y tenemos que reservar nuestras fuerzas. Nuestra prioridad es prepararnos para ayudar a Maya de todas las formas posibles. Apelamos a su humanidad en estos momentos en los que necesitamos su consideración”.

De esta forma, la familia de la víctima ha denunciado el acoso que han sufrido por algunos periodistas en su vivienda, además de haber recibido constantes llamadas telefónicas en un momento muy delicado. Con estas palabras, su familia avisaba a los medios de la mala praxis que estaban realizando, puesto que publican datos de la situación de la joven cuando ellos no habían recibido  información ni confirmación oficial sobre la situación de Maya. Este comunicado es un tirón de orejas a cada uno de los periodistas que cubren el caso.

El dolor de las víctimas es un sentimiento privado

Por consiguiente, este caso es de cierta forma paradigmático, puesto que sirve para analizar y ver cómo debe ser la cobertura mediática de un caso de desaparición. Sin lugar a duda, un hecho noticioso sensible que requiere de la necesidad de unas pautas a la hora de informar. Así, el propio código deontológico de la FAPE aporta alguna norma a la hora de informar de estos sucesos. En su artículo 5.b. establece que “se evitará nombrar a las víctimas de un delito, así como la publicación de material que pueda contribuir a su identificación…”.

El manual de estilo de RTVE, que establece las directrices para los periodistas, también ofrece algunas reglas a la hora de informar sobre cuestiones sensibles. Los consejos que facilita para cubrir tragedias y catástrofes sirven para casos de este tipo. Expone que los periodistas “deben evitar ser absorbidos por la corriente de emociones que generan e informar con la distancia exigible a un profesional de la información”. El sensacionalismo es uno de los problemas que llevan al periodismo a cometer numerosos errores, por lo tanto, los profesionales deberán “evitar toda práctica encaminada a fomentar el culto de la emoción y a incrementar el dramatismo y/o la espectacularidad de sus contenidos” eliminando la “propagación de especulaciones y rumores”.

Cabe destacar que, en un caso en el que las personas más cercanas a la persona desaparecida se encuentran en una situación delicada, es fundamental “preservar los derechos de las víctimas y sus familiares a su intimidad y evitar la difusión de cualquier tipo de documento que pueda herir la sensibilidad tanto de las víctimas y sus familiares como la del público en general”. Así, es imprescindible respetar el “dolor e intimidad de las víctimas y sus familiares y se evitará toda actitud que pueda suponer presión o acoso a las víctimas y/o familiares de ellas para obtener declaraciones e imágenes”.

Por otro lado, en cuanto a la intimidad de las víctimas en caso de desapariciones, el código  de RTVE destaca que “es necesario comprobar qué hipótesis manejan las fuerzas de seguridad y otras fuentes cercanas con el fin de evitar una alarma general que resulte injustificada”. Además, añade otras referencias que destacan el respeto a los familiares, puesto que “el dolor de las víctimas es un sentimiento privado”. Además, la emisión de imágenes duras o dramáticas “se deben limitar a los casos que tengan un alto valor informativo” y sean necesarias para comprender el suceso.

Por último, el código ético del ente público hace referencia a las obligaciones para los informadores a la hora de cubrir cuestiones relacionadas con el terrorismo. Así, vuelve a hacer hincapié en la necesidad de realizar un “tratamiento informativo especialmente riguroso y ajeno por completo a cualquier tipo de concesiones al sensacionalismo y a la especulación”. Para concluir, RTVE incide en la importancia de un uso del lenguaje adecuado.  

Hablar de desaparición y no de secuestro

Para evitar los errores cometidos en esta y en otras coberturas de desapariciones, El Confidencial recoge una guía donde se indican los consejos que se deben seguir a la hora de informar. Mark Lowe, fundador de KR Magazine, revista especializada en secuestros y su tratamiento informativo, apuntaba la necesidad de no precipitarse al comunicar datos o detalles que no estaban confirmados o que podían complicar la situación del desaparecido.

Además, el periodista Témoris Greko indica la necesidad de hablar de desaparición y no de secuestro para no presuponer la situación de alguien cuya situación se desconoce en pleno conflicto bélico. Greko ejemplifica sus consejos haciendo referencia a los secuestros de los españoles Antonio Pampliega, J.M López y Ángel Sastre. Por ello que recuerda la necesidad de mantener el contacto y seguir las indicaciones de los familiares para evitar que la publicación de información afecte a las posibles negociaciones. Por último, el director de Operaciones Internacionales de la compañía de seguridad IBIS aconseja hacer un comunicado público de la desaparición solo cuando el resto de los canales y opciones han fracasado y es necesario ejercer presión sobre los gobiernos. Todos ellos llegan a la conclusión de que es necesario establecer un bloqueo informativo de “al menos 72 horas” para dejar trabajar a los profesionales, y en caso de que sea necesario informar que sea de forma simple, sin dar detalles de valor para los secuestradores.

En definitiva, el caso de Maya Villalobo es un ejemplo de interés desde el punto de vista de la ética de la profesión periodística. La actualidad vuelve a traer errores de mala praxis, rapidez y precipitación, de los medios de comunicación a la hora de informar sobre un caso muy delicado. Por ello, es necesaria la revisión de los códigos y recomendaciones deontológicas para llevar a cabo una correcta labor periodística. En la actualidad, la veracidad y rigor de los medios de comunicación deben ser esenciales para diferenciarse de la no-información que llega a los ciudadanos.

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