Los límites éticos al fotoperiodismo

¿Todas las fotografías deben ser admitidas dentro del periodismo? Esta pregunta ha ocasionado numerosos debates en la historia de esta profesión.  En ocasiones, imágenes que muestran momentos dramáticos de la humanidad han sido tachadas de sensacionalistas. En cambio, hay quien defiende el uso de estas obras con el fin de mostrar la realidad sin tapujos.

Algunas fotografías cuestionadas por la ética periodística:
“El buitre y la niña”, de Kevin Carter

Esta es una de las fotografías más crudas y criticadas del fotoperiodismo. En ella, se ve a una niña desnutrida, agazapada en el suelo. A sus espaldas, un buitre la observa, se intuye que esperando a que fallezca. Esta imagen fue capturada en Sudán en 1993 por Kevin Carter, quien ganó el premio Pulitzer gracias a esta instantánea un año después.

Esta imagen fue publicada por primera vez en The New York Times. En ese momento, la opinión pública expuso numerosas críticas. La mayoría destacaba negativamente el hecho de que el periodista se limitase a inmortalizar el momento, en vez de socorrer a la menor. En cambio, otros lectores elogiaba la habilidad con la que, según estos usuarios, capturó el sufrimiento humano en ese instante.

La imagen de un niño sirio que yace en la playa

El 2 de septiembre de 2015, numerosos medios publicaban una imagen en la que se veía a un niño sirio que yacía a orillas del mar turco. Esta situación generó un intenso debate sobre la necesidad de publicar esa impactante imagen en los medios de comunicación.  Durante varios días posteriores, las redes sociales se convirtieron en el escenario de dicha controversia. Muchas personas, algunos de ellos periodistas, se posicionaron al respecto.

Algunos criticaban la publicación por ‘ser amarillista y buscar el morbo’. Otros, el corresponsal de El Mundo, Pablo R. Suanzes, publicaba este irónico tweet defendiendo que la fotografía había logrado el objetivo: que los refugiados sirios se convirtiesen en un tema mediático.

¿Qué dice la ética periodística al respecto?

Tras haber observado algunas de las instantáneas más polémicas dentro del fotoperiodismo, surge una cuestión: ¿cuál es la manera correcta de actuar según las normas y opiniones relacionadas con la ética periodística? El objetivo de estas pautas es identificar las características que hacen que una fotografía deje de ser informativa y pase a formar parte del morbo y el sensacionalismo.

Según la RAE, este último concepto alude a la “tendencia a producir sensación, emoción o impresión, con noticias, sucesos, etc.” Esto se refiere a anteponer la búsqueda de un impacto emocional en el espectador. Así, se deja a un lado el principal objetivo del periodismo: transmitir una información con la mayor veracidad y objetividad posibles. Para apelar a la impresión por parte del público, los contenidos sensacionalistas suelen mostrar la realidad primando la violencia, la agresividad, el dolor y el sufrimiento.

La investigadora Jessica Fernández Velázquez, de la Universidad de Vigo, apunta que lo que marca la diferencia entre información y sensacionalismo es el respeto al derecho al honor: ‘todas las imágenes juegan un papel complicado para establecer el equilibrio responsable entre la necesidad informativa de los públicos, la libertad de expresión y el derecho al honor, intimidad e imagen de las víctimas directas e indirectas’, dice la especialista.

Por su parte, la Asociación Nacional de Fotoperiodistas de Estados Unidos (NPPA), expone que los fotoperiodistas deben tratar a todos sus sujetos con respeto y dignidad. Además, reclama una mayor consideración con los sujetos en situación de vulnerabilidad (personas en riesgo de pobreza, víctimas de tragedias…).

Un trabajo de investigación sobre sensacionalismo realizado por la Universidad de los Hemisferios de Quito, Ecuador; también refleja lo que sería una imagen sensacionalista. Coincidiendo con los testimonios anteriores, este documento plasma que este tipo de imágenes “muestran un estado agónico de alguien”, sin respetar el dolor ajeno.

Conclusión

Por muy interesante que pueda parecer una fotografía, se debe reflexionar sobre el perjuicio que esta puede provocar a las personas que salen en ella (o a su entorno). Como expone el Código Deontológico de la FAPE, “los periodistas consideran que su ejercicio profesional en el uso y disfrute de sus derechos constitucionales a la libertad de expresión y al derecho a la información, está sometido a los límites que impidan la vulneración de otros derechos fundamentales”.

Laura Cenalmor, Sergio Centeno y Nayara Domínguez

1 comentario en «Los límites éticos al fotoperiodismo»

  1. La ética detrás de las imágenes publicadas en los medios de comunicación es un tema crucial en el mundo del periodismo. La discusión sobre si todas las fotografías deben ser admitidas en el periodismo y esclarecer con que límites tiene que contar el fotoperiodismo es compleja y sensible.

    Las imágenes mencionadas, como la del buitre y la niña en Sudán capturada por Kevin Carter, o la del niño sirio en la playa, muestran cómo el fotoperiodismo puede enfrentarse a dilemas éticos entre la captura de la dura realidad y el respeto a la dignidad de las personas que aparecen en las imágenes.

    Además, se debería reflexionar sobre el sensacionalismo que surge en torno a este tipo de imágenes. Mostrar el sufrimiento humano a veces es necesario y no es incompatible con una buena praxis, pero sí que es importante hacerlo con respeto y consideración hacia las personas afectadas. La línea entre informar y caer en el morbo es muy estrecha, y por ello es importante guiarse por los apartados que tratan el tema de las imágenes en los distintos códigos deontológicos de la profesión.

    La conclusión muestra la importancia de considerar el impacto que estas imágenes pueden tener en las personas implicadas, en sus familiares y amigos o en la sociedad en general.

    En nuestra opinión, la discusión sobre los límites del fotoperiodismo es fundamental, ya que las imágenes pueden tener un gran poder tanto para informar como para generar un impacto emocional. El reto está en encontrar un buen equilibrio ético para transmitir la realidad informativa sin caer en el sensacionalismo ni vulnerar los derechos de las personas.

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