Difusión de imágenes de menores en prensa: El caso Sanaa 

Fuente: El País

Sanaa, es una joven que vive en una aldea de Marruecos. Fue violada por tres hombres durante varios meses desde que ella tenía 11 años. Sus agresores la amenazaban para asegurarse de que la menor no los denunciaba, hasta que finalmente se quedó embarazada y no puedo esconderlo más. Tras dos juicios y mucha movilización por parte de la sociedad de Marruecos, los agresores han recibido una condena de entre 10 y 20 años en prisión.

El tratamiento de este caso en los medios de comunicación ha dado mucho que hablar. Tanto, que la Defensora del lector de El País ha puesto en examen las tres informaciones que el diario publicaba sobre la menor. 

En primer lugar, destacar que conocemos el nombre de la menor: Sanaa, y el nombre de la aldea donde se produjeron los hechos. Por otro lado, en las fotografías que acompañan a la noticia, no se le puede ver la cara a la joven, pero si se puede reconocer su casa, diferentes lugares de Marruecos, e incluso el rostro de sus familiares. 

La profesora de Derecho Procesal de la Universidad Autónoma de Madrid, Sabela Oubiña Barbolla, escribió una carta a la defensora del lector de El País asegurando que el tratamiento de este caso tanto en la noticia, como en la imagen “roza los límites éticos e, incluso, los legales”. 

Por un lado, el redactor jefe de Fotografía defendía que la publicación de esas imágenes era ética ya que no se reconoce a la menor en ninguna de las fotografías al aparecer con la cara pixelada. También se defendía utilizando como alegato que los familiares habían aparecido en muchas de las televisiones de su país y que por lo tanto la imagen de estos ya era conocida antes de su publicación. 

Por otro lado, Assumpta Sabuco, profesora de Antropología Social de la Universidad de Sevilla, critica la publicación de las imágenes de la menor en el lugar, alegando que lo correcto hubiese sido publicar la de los agresores. De este modo, asegura, que no se podría poner el foco sobre la víctima. También apoyaba la denuncia de la profesora, alegando que en Marruecos, el tratamiento es diferente desde un inicio ya que la protección al menor en estos casos no es similar, y eso no puede ser referente para los medios de comunicación españoles. 

Finalmente, el autor de las noticias sobre este caso ha admitido su error y ha asumido su responsabilidad, asegurando que no había cumplido las normas que guían a los periodistas en este tipo de casos. 

Si nos fijamos en los libros de estilo y las normas estipuladas por la Federación de Asociaciones de Periodistas en España: LA FAPE defiende el derecho a la intimidad y dignidad asegurando que los medios deben evitar la publicación de imágenes de menores siempre y cuando puedan ser perjudiciales o invasivas. 

Además, recomienda evitar publicar detalles que permitan su para proteger su seguridad. 

En este caso en concreto, el Libro de Estilo de El País de 2021 prohíbe usar el nombre de las víctimas de violación y exige dar solo datos genéricos para evitar que sean identificadas. En cuanto a las imágenes sobre el caso: “No se grabará o fotografiará a menores de edad de manera que se facilite su identificación si la escena recogida puede perjudicar a su intimidad o a su propia imagen, ya sea en la actualidad o en un futuro”. 

Además, de cara a respetar el anonimato de la menor, se aconseja no dar el nombre de la víctima, ni siquiera las iniciales, salvo casos en los que, por su condición, el suicida tenga una especial relevancia pública.

Realizado por: Natalia Aparicio, Silvia Andrés, Anna Fuentes y Cristian Cadei.

Foto: El País.

3 comentarios en «Difusión de imágenes de menores en prensa: El caso Sanaa »

  1. Nos encontramos ante un caso muy delicado en el que el periodista, como bien admitió posteriormente, tenía que haber reflexionado antes de publicar ciertos datos como su nombre, domicilio, u otros detalles que pueden facilitar el reconocimiento y señalización de la víctima.
    Puede ser que, en estos casos, el profesional se deje llevar por su instinto humano y cometa este tipo de errores por el afán de ayudar y denunciar los hechos. En cambio, esto acaba ejerciendo daño sobre la víctima y su entorno.
    Los comunicadores debemos dejar a un lado los impulsos y guiarnos por los códigos deontológicos para lograr ser una herramienta de denuncia sin dañar la dignidad de las personas, en este cao de los menores. Cuando esto se consigue, el periodismo llega a ser «un excelente aliado en la protección de la infancia», como afirma Pedro Puig, presidente de Aldeas Infantiles SOS.

  2. En este caso, el periodista cometió un claro error al publicar datos de la menor como su nombre, su domicilio y otros asuntos que pueden provocar el aumento del dolor y la señalización de la víctima. Sin ninguna duda, el profesional no siguió las reglas deontológicas que guían a los comunicadores, como bien reconoció posteriormente.

    Cuando un periodista tiene que cubrir este tipo de casos, los cuales son indignantes para cualquier ser humano, es importante tener claros los códigos deontológicos y actuar con la profesionalidad antes que con el corazón. Si no, es posible que el afán por denunciar los hechos y ayudar a la víctima acabe provocando dolor a la misma.

    En cambio, cuando se respetan las reglas y el honor de las personas, los medios de comunicación pueden llegar a ser «un excelente aliado en la protección de la infancia», como afirma el presidente de Aldeas Infantiles SOS, Pedro Puig.

  3. Alba Calle Pérez:

    Prohibir las imágenes de los menores en un medio es algo básico que se debe respetar, si se prohíbe dar nombres y apellidos o direcciones de los hechos el poner una foto de un menor le puede arruinar la vida.
    Puede que los agresores fuesen detenidos y condenados pero no tiene mucha lógica poner imágenes de la víctima sabiendo que puede ser reconocida en cualquier lugar y después de algo tan gordo como es una violación. concuerdo con mi compañera Laura y quizás lo mejor hubiese sido publicar las fotos de los condenados, no de la niña porque los detenidos son mayores de edad y son los protagonista del caso como «malos».
    Además, una vez terminada su condena se les podría reconocer y los padres podrían mantener a sus hijos lejos de ellos por si acaso se les ocurría volver a cometer ese crimen.
    Desde el punto de vista ético, el periodista debe hacer uso de sus capacidad intelectual para determinar que ir en contra de los códigos deontológicos es algo muy alejado de garantizar el respeto.
    Vale que se haya pixelado la cara en este caso pero subir esas fotos sobraba y lo de saber el domicilio de la menor o publicar contenido visual de sus familiares es algo sobrante ya que estamos cargando el peso del delito a la familia que podría ser señalada por la ciudadanía. El hecho de las imágenes de personas en los medios es un tema muy delicado sobre todo si son menores y hay que tener en cuenta el permiso de los padres o tutores que debe estar siempre por delante, por lo menos en España.

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