Siempre que vemos un partido de fútbol por televisión, o acudimos a los estadios, vemos a grupos de gente insultando constantemente tanto a jugadores como a los árbitros o a los aficionados del otro equipo. Sólo hay que mirarles a los ojos y verles las caras para sacar la conclusión de que son personas vacías cuyo único fin es acudir a un lugar multitudinario para gritar, vocear y ensañarse con cualquiera. Este tipo de comportamientos están demasiado aceptados en la sociedad y debemos poner unos límites para erradicarlos lo antes posible tanto del fútbol como del deporte en general.